La mirada de soslayo
Robert Doisneau empezó a trabajar como fotógrafo industrial en Renault. No tardo mucho en abandonar este trabajo (bueno, la verdad es que le echaron por llegar tarde sistemáticamente) y dedicarse a lo que verdaderamente le gustaba, fotografiar su barrio, su ciudad. Día tras día captó «los gestos normales de la gente normal en situaciones normales».
En 1948, Robert Doisneau se puso de acuerdo con el dueño de la galería Romi, en la rue de Seine de París, para gastar una broma a la gente que pasaba por la calle. Colgaron en el escaparate una pintura de una jovencita desnuda, escondieron una cámara en una silla antigua, la colocaron estratégicamente y se sentaron a esperar.
Esta foto, que seguramente le costaría un buen disgusto al pobre caballero, es la mas conocida de toda la serie. Los demás maridos supieron disimular mejor.
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